miércoles, 24 de febrero de 2010

MIRANDO PARA ERBE

En mi juventud era frecuente escuchar un dicho que nunca comprendí. "Te voy a poner mirando para Erbe". Busqué en diccionarios, enciclopedias, cartas de restaurantes, ofertas de cocktelerías, hojas parroquiales.. y no pude descubrir qué era o dónde estaba Erbe.
Estaba claro que no era un sitio idílico, como Jauja, ni un objeto precioso porque el individuo que exclamaba la frase dejaba entrever la intención de estar forzándote el ojete con un instrumento percutor. Pasado el tiempo, y dado que la gente debió de hartarse de decir un lugar que nadie conocía, empezó a utilizarse Cuenca como referencia conocida. Poner a uno mirando para Cuenca era sinónimo de desearle el peor de los suplicios.
Hace poco, en una de mis visitas a mi querido médico, después de examinar cuidadosamente mi analítica y descubrir un asterisco en no sé qué parámetro de la coagulación, me recomendó una colonoscopia..por evitar sustos, que ya tienes una edad... y así nos quedamos tranquilos. Me encanta el plural mayestático de los médicos.
Acudí a la hora fijada, limpio por fuera y por dentro inmaculado, que no me salía nada turbio después de limpiadores fosfosados, enemas y un ayuno prolongado que me hizo flojear las canillas en los pasillos interminables de la santa seguridad social, y esperé paciente a ser llamado por el altavoz requiriéndome a la sala de endoscopias. Pasé, me atendió una señorita muy amable - y de muy buen ver - me pidió que me desnudara de cintura para abajo y me tumbara en una camilla, cubierto por una sábana hasta que volviera. Así lo hice y a su regreso, y después de explicarme los riesgos de tal intervención, me puse de lado, en posición fetal. esperando el artilugio que me desvirgara el virginal orto, tan inocente él.
Así estaba, imaginando a la enfermera a mi lado, cuando noté una presión que se convirtió en un agudo acceso doloroso que me hizo brincar de la camilla. Fu entonces cuando lo vi. Debajo de la pantalla de televisión que mostraba la desnudez más impúdica de mis intestinos, había un aparato azul con varios indicadores luminosos.
¿Se imaginan de que marca era el dichoso aparato?
ERBE, por supuesto.